Hay individuos que logran inundar todo el espacio que les rodea, que captan toda la atención de los presentes con su aparición. Existe gente que provoca la risa con sólo una mirada, que cada palabra que dicen es sinónimo de una carcajada. La televisión siempre ha necesitado a este tipo de individuos, capaces de conseguir que el espectador quede atrapado y necesite más. La televisión siempre ha necesitado a personas como Yolanda Ramos.
La actriz y presentadora es un ser magnético, con un don para crear momentos cómicos de una forma natural. Yolanda sabe cuál es su papel en cada momento y actúa en consecuencia, brillando y haciendo brillar al resto. Aporta ese punto travieso que tanto se agradece, ese jugueteo constante que convierte al espectador en cómplice de sus trastadas, algo vital para fidelizar a la audiencia.
Se destapó en 'Homo zapping' como una cómica a tener en cuenta y ha mostrado sus múltiples facetas en 'Carmina y amén', 'El club del chiste', 'Hable con ellas' o, más recientemente, en 'Paquita Salas'. Sin embargo, 'Tu cara me suena' ha vuelto a encumbrar a Yolanda como un personaje clave en el medio. Tenía que afrontar el difícil papel de sustituir a Silvia Abril como contrapunto gamberro del programa y lo ha conseguido gracias a su espontaneidad. Con su imitación de Pippi Calzaslargas demostró que tomarse en serio está sobrevalorado y que en la vida es necesario reírse de uno mismo.
Ya sea haciendo de cavernícola en el teatro o encarnando a Leticia Sabater, la catalana es consciente de que el show nunca para y siempre tiene un nuevo truco con el que encandilar al espectador. Su instinto para el espectáculo es una bendición para todos, ya que pone en bandeja a sus compañeros ocasiones para lucirse y regala a los presentes momentos maravillosos.
Yolanda Ramos consigue algo tan simple pero a la vez tan complejo como sacarle una sonrisa a la vida. Cuando se encienden los focos, deja aflorar a la niña de cinco años que lleva dentro para regalar momentos que hagan olvidar todos los dramas. Su sentido del humor, rápido y desvergonzado, es una bala contra la tristeza. Ella es un monumento a la diversión, así que lo mejor que se puede hacer es admirarla y dejar que su magia haga efecto. El mundo no se arreglará pero será un poco menos feo.
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