Tanto la cadena como la productora eran conscientes de las posibilidades que tenía el espacio y han sabido sacarle partido al máximo. Para lograrlo, una buena elección de casting era básica, dado que este tipo de programas dependen mucho de las personalidades de los concursantes. Esta difícil papeleta se ha convertido en el punto fuerte de la edición, puesto que han escogido a un elenco bastante equilibrado. Se ha conseguido cubrir todo tipo de perfiles, consiguiendo que todos se complementen.
Una de sus mayores bazas es el morbo de ver a los famosos sufriendo, algo que han sabido explotar. Ver a personas conocidas pasarlo mal es algo adictivo, consigue atrapar al espectador, ya que consigue mostrar que son seres terrenales. Y, como tales, tienen envidias, dudas y nervios. Para conseguirlo, el jurado ha sido implacable, haciendo ver que por su condición no iban a tratarles de forma diferente.
Pero si algo hay que agradecerle a 'MasterChef Celebrity' es que ha devuelto a la televisión algunos conceptos que se están perdiendo en el medio. Los concursantes transmiten verdad, consiguen que sus emociones traspasen la pantalla y que el espectador se lo crea. Se nota que no impostan nada, que las emociones son fruto del momento. Los remordimientos de Loles León, el pique de Fernando Tejero, los nervios de Cayetana Guillén Cuervo... Todo es natural, sin trampa ni cartón.
En el terreno interactivo, el programa ha mantenido su acertada línea con respecto a las redes sociales. Saben lo importante que es la interacción para crear una experiencia completa y lo explotan con gifs personalizados, retweets a los espectadores... Incluso potencian el uso de la app en tiempo real para que los usuarios den su opinión sobre lo visto en el programa. El único punto negativo es la duración del espacio, casi 3 horas, que obliga al espectador a trasnochar hasta más allá de la una de la madrugada.
'MasterChef Celebrity' ha conseguido darle una vuelta de tuerca al formato gracias a una magnífica selección de concursantes. El programa juega con las emociones de los participantes y logra imprimir al programa un dinamismo que consigue que la excesiva duración pase desapercibida. La inclusión de famosos ha conseguido sumarle un plus, le ha otorgado una naturalidad que engrandece al espacio. Sin lugar a dudas, 'MasterChef' se ha vuelto a reivindicar como uno de los grandes formatos de entretenimiento de la televisión actual.
Una de sus mayores bazas es el morbo de ver a los famosos sufriendo, algo que han sabido explotar. Ver a personas conocidas pasarlo mal es algo adictivo, consigue atrapar al espectador, ya que consigue mostrar que son seres terrenales. Y, como tales, tienen envidias, dudas y nervios. Para conseguirlo, el jurado ha sido implacable, haciendo ver que por su condición no iban a tratarles de forma diferente.
Pero si algo hay que agradecerle a 'MasterChef Celebrity' es que ha devuelto a la televisión algunos conceptos que se están perdiendo en el medio. Los concursantes transmiten verdad, consiguen que sus emociones traspasen la pantalla y que el espectador se lo crea. Se nota que no impostan nada, que las emociones son fruto del momento. Los remordimientos de Loles León, el pique de Fernando Tejero, los nervios de Cayetana Guillén Cuervo... Todo es natural, sin trampa ni cartón.
'MasterChef Celebrity' ha conseguido darle una vuelta de tuerca al formato gracias a una magnífica selección de concursantes. El programa juega con las emociones de los participantes y logra imprimir al programa un dinamismo que consigue que la excesiva duración pase desapercibida. La inclusión de famosos ha conseguido sumarle un plus, le ha otorgado una naturalidad que engrandece al espacio. Sin lugar a dudas, 'MasterChef' se ha vuelto a reivindicar como uno de los grandes formatos de entretenimiento de la televisión actual.
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