Esto supone la vuelta de una de las hijas pródigas de la cadena, Alejandra Andrade, que saltó a la fama gracias a 'Callejeros'. Con su nuevo programa recoge, en cierta manera, el espíritu de aquel espacio: contar historias a través de una mirada propia. Este estilo, que marcó una época, ha sido revisado en diferentes programas a lo largo de los años, lo cuál obliga al periodista a imprimirle su sello personal para poder diferenciarse. Y ahí es donde reside el principal punto fuerte de 'Fuera de cobertura': Andrade se aleja de sensacionalismos para narrar lo que sucede trasladando al espectador al lugar de los hechos.
En su primer capítulo, la reportera viaja hasta Guantánamo para conocer de primera mano la situación de los reclusos. El programa se podía haber quedado en recoger los testimonios pero logra captar de forma clarividente la tensa situación que se viven los presos. Alejandra Andrade muestra la realidad de la cárcel, sin caer en el morbo fácil y, gracias a sus preguntas incisivas, consigue plasmar lo que sucede allí de forma certera, más allá de versiones oficiales.
Una de sus grandes virtudes es la edición, que no da descanso pero tampoco satura, consiguiendo dejar pegado a la pantalla al espectador. Por su parte, el único fallo reseñable es el color elegido para los subtítulos, blanco, que en ocasiones se confunde con el fondo.
En un momento en el que la sobrecarga informativa aturde al espectador, la presencia de programas que intentar ir más allá del simple titular llamativo es una bendición. 'Fuera de cobertura' es una vuelta a los orígenes de Cuatro, a aquella esencia que convirtió a la cadena en referencia. El espacio disecciona la realidad desde una perspectiva diferente, ofreciendo al público un oasis de reflexión sosegada entre tanto ruido mediático. No hay mejor celebración que volver a la senda que hizo grande a uno.
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