Empezaré haciendo una confesión muy íntima: no veo 'Gran Hermano'. No me atrae (casi ningún reality lo hace) y no he seguido ninguna edición, con excepción de la anterior (por motivos laborales). Por supuesto que conozco a personajes como Fresita o Jorge Berrocal pero nunca me ha interesado este formato, al revés que a buena parte de los españoles. Porque aunque reciba miles de críticas (fundamentadas o no), tiene una legión de fieles que consiguen una cosa inusual: pese al posible desgaste, el estreno de cada edición congrega a más gente delante de la pantalla que la anterior. Sin ir más lejos, la primera gala de 'Gran Hermano 16' logró el mejor share de un estreno de GH desde la undécima temporada del reality,
Pero este desinterés no me impide comprender los puntos fuertes del programa, que son muchos. El primero de ellos, el más visible, es Mercedes Milá, que ha marcado de forma definitiva y absoluta espacio. Además, el equipo de redactores sabe jugar muy bien con las tramas y pruebas, potenciando conflictos, amores, desamores y, en definitiva, carnaza para que los telespectadores no puedan quitar el ojo de la pantalla. Por supuesto, el acierto de los responsables de casting es fundamental para que dichas historias puedan fluir y surgir.
Pero, si hubiera que destacar una sola razón de la buena marcha de este espacio, esa sería su capaz para hacer que sus espectadores comenten lo que ocurre y generen interminables debates. Sin ir más lejos, el hashtag #GHDirecto (con el que se comenta todo lo que pasa en Guadalix) ha ocupado los primeros puestos de la lista de los temas más comentados en Twitter desde el estreno del programa. Porque el espacio ha sabido aprovechar muy bien las nuevas tecnologías y los televidentes, que antes comentaban el programa en casa o con amigos, se lanzan a la plaza pública virtual para seguir con avidez todo lo que pasa.
Además, la emisión del 24 horas por Mitele y la creación de apps que permiten interactuar de una manera más directa es un aliciente para que todos los fans del reality puedan estar enganchados al programa de una forma que ningún otro consigue. Y esa es su mayor virtud: la fidelidad de los espectadores, que viven las tramas de forma pasional, con sus filias y fobias. De hecho, más que un programa de entretenimiento parece una telenovela, con giros de 180º en las tramas y secretos que van saliendo a la luz. Esto último es una de las grandes apuestas de esta temporada: los secretos. Un acierto porque, desde el primer minuto, las redes han comenzado a especular sobre ellos y haciendo crecer la intriga (y, por tanto, la expectación). Minipunto para el equipo de Zeppelin que, de saber llevar este tema, se puede convertir en una de las claves del programa.
Pero este punto fuerte no es nuevo porque, en las primeras ediciones, 'Gran Hermano' se sustentó en el boca-oreja. De la noche a la mañana, todo el mundo corrió a verlo, entre la curiosidad de la novedad y el miedo a quedarse marginado en las conversaciones. Probablemente, esa fue una de las principales bazas que convirtieron al experimento sociológico que anunciaba Mercedes Milá hace una década y media en un fenómeno de masas. Pero no sólo GH se beneficia de esta generación continua de noticias. Otros programas de la casa, como 'Sálvame' o 'El programa de AR', se sirven de lo que ocurre en Guadalix para llenar horas y horas y atraer al público del reality a sus propios programas. Y, además, el espacio le ofrece a Telecinco la posibilidad de ocupar multitud de minutos en diversas franjas con una simple conexión a la casa. Contenido gratis que reporta buenas audiencias. Una maniobra perfecta, vamos. Porque, guste o no el programa en sí, lo que hay que reconocer es que está construido al milímetro para que todo funcione. Y funciona.
Además, la emisión del 24 horas por Mitele y la creación de apps que permiten interactuar de una manera más directa es un aliciente para que todos los fans del reality puedan estar enganchados al programa de una forma que ningún otro consigue. Y esa es su mayor virtud: la fidelidad de los espectadores, que viven las tramas de forma pasional, con sus filias y fobias. De hecho, más que un programa de entretenimiento parece una telenovela, con giros de 180º en las tramas y secretos que van saliendo a la luz. Esto último es una de las grandes apuestas de esta temporada: los secretos. Un acierto porque, desde el primer minuto, las redes han comenzado a especular sobre ellos y haciendo crecer la intriga (y, por tanto, la expectación). Minipunto para el equipo de Zeppelin que, de saber llevar este tema, se puede convertir en una de las claves del programa.
Pero este punto fuerte no es nuevo porque, en las primeras ediciones, 'Gran Hermano' se sustentó en el boca-oreja. De la noche a la mañana, todo el mundo corrió a verlo, entre la curiosidad de la novedad y el miedo a quedarse marginado en las conversaciones. Probablemente, esa fue una de las principales bazas que convirtieron al experimento sociológico que anunciaba Mercedes Milá hace una década y media en un fenómeno de masas. Pero no sólo GH se beneficia de esta generación continua de noticias. Otros programas de la casa, como 'Sálvame' o 'El programa de AR', se sirven de lo que ocurre en Guadalix para llenar horas y horas y atraer al público del reality a sus propios programas. Y, además, el espacio le ofrece a Telecinco la posibilidad de ocupar multitud de minutos en diversas franjas con una simple conexión a la casa. Contenido gratis que reporta buenas audiencias. Una maniobra perfecta, vamos. Porque, guste o no el programa en sí, lo que hay que reconocer es que está construido al milímetro para que todo funcione. Y funciona.
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