El periodismo televisivo o cuando todo es guay en el país de la piruleta

Los periodistas siempre hacemos caso a Kapuscinski, un señor que sabía mucho de esto y que decía que no se podía ser un buen profesional de la información si no se era una buena persona previamente. Por eso todos, sin excepción, todos los periodistas son maravillosas personas. Nunca encontrarás en este oficio a nadie que te ponga la zancadilla o que intenté quitarte la silla con modos más propios de un niño de 5 años. Y menos en el periodismo televisivo, donde todos son grandes amigos. ¿O es que no veis lo felices que salen en las fotos todos juntos? Y ya se sabe que las fotografías (y más si se suben a las redes sociales) sólo muestran la realidad.

Porque el periodismo televisivo está lleno de grandes amigos que nunca se apuñalarían entre sí.  Sólo hace falta ver las conversaciones entre ellos, en las que nunca pueden faltar palabras bonitas hacia los no presentes. Porque nunca destriparían a nadie, no, los periodistas televisivos no lo harían. Y, además, todos los que se dedican a esto son personas íntegras, con unos valores inamovibles, que luchan por defender la objetividad y la honestidad de esta profesión. Y odian el sensacionalismo, esa es otra de las premisas que cumplen todos los que trabajan en esto. Nunca verás una noticia que sólo busca clics y que está titulada de forma perversa. Eso es imposible. Jamás. Porque el sensacionalismo, afortunadamente, es una cosa de otros, algo extinto en el periodismo televisivo.

Y, por supuesto, los portales de televisión se dedican sólo a eso, a la televisión. ¿Desnudos gratuitos? ¿Vídeos de animales haciendo cosas? ¿Aprovechar el hashtag del día aunque no tenga nada que ver con la TV? Por favor, eso lo harán en otros lugares pero aquí no. Ni que eso diera visitas.. Porque las visitas (y el dinero que ALGUNOS se embolsan con ellas) no es lo más importante. Ni que fuéramos mercenarios. Lo único que se busca es la calidad y la información contrastada. Y, por eso, los periodistas no cobra de productoras o de cadenas a cambio de alabar sus productos o, simplemente, no meter mucha caña si alguno se estrella. Porque, ¿quién puede imaginar que personas encargadas de analizar un programa han recibido previamente dinero para que su crítica sobre ese espacio sea favorable sin avisar sus lectores de que esa información está "patrocinada"? Eso sería comprar al periodismo y todos sabemos que esa práctica es detestable y poco honesta con las personas que te leen, por lo que nadie lo hace.

Nadie puede dudar de que los profesionales dedicados al periodismo son gente humilde, nada prepotente ni vanidosa. Ninguno de ellos está constantemente compitiendo "para ver quién la tiene más larga" ni intentado sentar cátedra de la forma más innecesaria. Imposible. Ningún periodista televisivo se piensa que vale más que el resto. Aquí nadie se cree un gurú ni piensa que su verdad es absoluta. Mentira cochina. Todos son conscientes de que tan sólo son un granito de arena más en el desierto.

Ah, se me olvidaba. Odian el foco. No les gusta figurar en los papeles. Todo lo que sea un piloto rojo encendido dirigido hacia ellos les hace huir. Nunca pisarían a nadie por un minuto de gloria. Never ever. El protagonismo les aturde y les marea, no pueden con él. Y menos si es delante de los demás compañeros para fardar. El exhibicionismo y las ganas de aparentar es lo último que se verá por estos lares. Y muchísimo menos, aquí ningún periodista propugna falsa modestia cuando por detrás clava puñales. Nadie. Nobody, Gracias a esto, no es necesaria disimular envidias ni poner caras de "bah, no es para tanto" cuando matarías por estar en el lugar del otro. Yo lo tengo claro: en mi próxima reencarnación, quiero ser periodista televisivo. O víbora, porque total...