martes, 15 de septiembre de 2015

Todos queremos ser Trancas y Barrancas

Te puede no gustar 'El hormiguero', puedes aborrecer a Pablo Motos, odiar a Marron pero hay una cosa imposible: que no te gusten Trancas y Barrancas. Las hormigas más famosas y longevas de toda la televisión están de celebración, ya que cumplen una década y lo hacen en plena forma. A lo largo de estos diez años, se han ido consolidando como uno de los elementos más icónicos de la televisión actual, ganándose al público con sus divertidos comentarios y su total ausencia de pelos (en este caso, pelotillas) en la lengua. Pese a que se han recorrido media Europa y ningún famoso se les ha resistido, estas hormigas (que en un principio iban a ser serpientes o calcetines) cada día demuestran que les queda cuerda para rato.

Trancas y Barrancas, que son fabricadas a mano y se cambian cada dos años según cuenta David Sanz en El Mundo, son las estrellas más aclamadas tanto por el público como por los invitados que pasan por el programa. Incluso cuentan con primos por medio mundo, como los brasileños Fisgas y Bisnaga o los mexicanos Pichas y Cachas. Han vendido más de un millón de productos con su nombre en todos estos años pero, ¿por qué un éxito tan abrumador de unos muñecos de felpa en un programa no infantil?

La respuesta es sencilla: porque todos querríamos ser esos muñecos de felpa. Trancas y Barrancas son bestias, deslenguadas, traviesas y no se cortan, dicen lo primero que se les pasa por la cabeza. ¿A quién se le ocurre que una hormiga de trapo le diga a una actriz que quiere pasar la noche con ella? ¿O que otra le diga al presentador del programa todos sus defectos físicos? De algún modo, son una representación de lo que los demás querríamos decir pero no podemos. Y por eso triunfan, porque no se cortan pero tampoco saturan, saben a la perfección aportar ese punto de gamberrismo necesario para romper la dinámica del programa.

No hay que olvidar que (en parte) son responsables de la fama de El Hombre de Negro ya que, con sus frases sobre el colaborador, éste fue ganando responsabilidad en el programa. Además, han creado coletillas que han traspasado la pantalla, como el mítico "fracaso absoluto" que gritan cada vez que algún experimento sale mal. Así, se han ido consolidando en el imaginario colectivo, convirtiéndose en parte de la cultura popular.

Pero el gran mérito del éxito de estas locas hormigas moradas lo tienen Juan y Damián, los hombres detrás de la felpa. Son rápidos de mente, divertidos y siempre acertados, algo muy difícil de conseguir en un programa tan rápido (a veces demasiado) y efervescente como es 'El hormiguero'. Aún así, ellos son los reyes del caos y desde su agujero lo tienen todo controlado. Antes de empezar el programa, únicamente cuentan con la escaleta del programa y sólo tienen preparada la prueba que le van a hacer al invitado. Lo demás, cosecha propia. Y ojalá esa cosecha dure muchos años más. Larga vida a Trancas y Barrancas.

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