Estoy harto de cobrar menos de 2 euros la hora, del 'por lo menos cobras' y de ver a gente emigrar y saber que tú eres el siguiente.
Estoy harto de coaches, de profetas vendeburras, de inventores de la nada; de filósofos con caspa y de equilibristas del tedio.
Estoy harto del click fácil, de las exclusivas que son hipótesis y de los periodistas pagados para hablar bien de algo sin avisar a sus lectores de que eso no es periodismo, es marketing.
Estoy harto de polémicas, de insultos, del 'y tú más', de lo nuevo, de lo viejo, de lo nuevo que parece viejo y de que un bebé sea más importante que un corrupto.
Estoy harto de chiringuitos que son circos, de que La 2 maltrate sus programas, de que no haya un late night en abierto y de que Cuatro ya no sea Cuatro.
Estoy harto de los trending topics, de los influencers, de los follows, los unfollows, de los youtubers y de todos aquellos que se piensan que Internet es la vida real.
Estoy harto de la palabra 'becario', de ser precario, de las empresas con beneficios multimillonarios que pagan miserias y de los que se lo permiten.
Estoy harto de los que dicen que los Oscars son mejor que los Goya, de la frase 'pues para ser una película española es buena' y de los que por haber visto todas las películas de Jennifer Aniston se creen críticos de cine.
Estoy harto de los Supersingles, de los programas de entrevistas en un sofá, de los concursos con niños y de que Ángel Martín no esté en la tele.
Estoy harto del pactómetro, de que no haya programas de música en directo, de que el prime time en España empiece a las 22:45 y de que 'Cámbiame' tenga más audiencia que 'Los Simpsons'.
Estoy harto del vestido de Cristina Pedroche, de las bragas de Cristina Pedroche, del pelo de Cristina Pedroche y de los zapatos de Cristina Pedroche.
Estoy harto de los gin tonics que parecen infusiones, de cuestionarme cada día por qué me metí a estudiar Periodismo y de que la vida pase tan rápido.
Estoy harto de estar harto.
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