La televisión es un extraño electrodoméstico que nos hace reír, llorar, emocionarnos o indignarnos. Es un aparato que convierte a personas en ídolos o villanos a la velocidad de la luz. Es uno de los inventos más importantes del siglo XX y, pese a lo que digan, sigue siendo un elemento vital en nuestra vida. Uno de los motivos por el que la televisión nos lleva cautivando desde hace décadas es por su capacidad para hacer magia. Pero ese mérito no es suyo, sino de los profesionales que trabajan en ella, que se han convertido en una especie de ilusionistas omnipotentes.
Y el mejor ejemplo de ello es 'Salvados'. El programa de laSexta lleva años destapándose como una de las herramientas más interesantes que tiene la sociedad para informarse y reflexionar. Porque estamos en un momento contradictorio, con grandes avances tecnológicos que coinciden con flagrantes retrocesos en ciertos derechos (entre ellos, el de la información). Ese es uno de los motivos por el que el programa presentado por Jordi Évole se ha convertido en todo un fenómeno, por la necesidad que ha surgido de encontrar una fuente potable y coherente que nos ofrezca elementos para poder pensar sobre lo que nos rodea.
La nueva temporada ha comenzado con una entrevista a Julio Iglesias, uno de los grandes iconos populares españoles. Una charla cargada de guiños y risas pero de la que también se han podido extraer interesantes reflexiones, como algunas formas poco ortodoxas pero muy útiles de hacer política internacional. 'Salvados' se puede apuntar un gran punto con esta entrevista, ya que el madrileño no es muy habitual en estos lares y, además, han conseguido declaraciones muy jugosas.
Pero lo más impactante estaba al final: el próximo domingo, cara a cara entre Albert Rivera y Pablo Iglesias. Y aquí es donde Évole y el resto de su equipo han demostrado que son unos maestros en esto de hacer magia. Porque un debate entre dos de las figuras políticas más importantes de la última década es algo que sólo podían conseguir ellos. Ya sólo con el avance se entiende la expectación que hay en torno a este acontecimiento. Pero, sin duda, además de sus chascarillos, hay que destacar la importancia del escenario en este cara a cara: un bar. Pocas cosas hay más "patrias" que un bar, donde todos hemos llorado las penas y disfrutado las alegrías. Es un lugar donde se debate de la vida y la muerte, donde todos nos creemos Presidentes del Gobierno o entrenadores. Y ahí radica la importancia del escenario: es el Congreso de la gente común, las mismas personas que se han embarcado en la aventura de llegar al poder (sea representando al color que sea). De nuevo, 'Salvados' vuelve a acertar en el cómo, ya que realizar una entrevista en un lugar así es un acierto absoluto por todo lo que significa.
Consiguieron que las víctimas del Metro de Valencia tuviera un final digno, que entendamos que es la pobreza energética o lo que sentía un terrorista de ETA al matar. Pero también han logrado que varios millones de personas vean un domingo en prime time una entrevista subtitulada a un político griego, algo impensable hace no tanto. 'Salvados' es el paradigma de la magia televisiva, consigue imposibles. Han sabido entender los cambios de la sociedad y evolucionar con ella, transformándose continuamente para estar pegado a lo que la gente demanda. Y en una época donde la creatividad escasea, 'Salvados' es un oasis en medio de árido desierto.
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